Esteban José Mieres Rosas

No soy muy dado a celebrar los días del padre, del niño, de la mujer, de la abuela, de la madre, que se yo. No por eso de que sean días comerciales, de consumismo y esas cosas que dicen algunos, un poco resentidos, quizás por no tener a nadie con quien celebrarlo. Sino por el hecho de que estos días existen porque existimos muchos desconsiderados que se nos olvida que tenemos o tuvimos una excelente mujer como madre, un hombre especial como padre y unos extraordinarios niños o niñas como hijos. Que decir de nuestros abuelos y abuelas. ¡Ah! y de mi esposa, quien además es la madre de mis hijos.

Hoy quiero destacar que las mujeres, en su mayoría, son seres extrahumanos. ¡Así es! Ellas parecieran que son una especie de androide y lo digo por mi madre, Paulina Rosa, mis hermanas Aracelis, Yraides y Gertrudis. Mis cuñadas Sabina, Mary, Alicia, Mercedita, Norelis y Dinora. No puedo dejar de mencionar a mis suegra Andréa Caspe y a Esther Ugas, mi madrina, Y especialmente a mi esposa Miraidys del Jesús Bello Caspe.

Miraidys del Jesús Bello Caspe, ella llego a mi enviada por Dios. Así es, yo estaba casi que me quedaba soltero In saecula saeculorum. Veía a mi tío Emiliano y sentía que yo era su heredero, no de su dinero, ni propiedades, porque él no tenía más que su segueta y cuchillo para armar sus marcos de fotografías y diplomas. Sino por su eterna soltería. Mis oraciones siempre fueron para encontrar a una mujer que fuera mi ayuda idónea y así ha sido ella.

Ella no solo ha sido la mujer que ha estado pendiente de mi y de mis cosas. Tampoco la madre que cuida de sus hijos. Ella ha sido la jefa del hogar. Sin ella no tuviéramos las cosas que tenemos. Gabriel no fuera el médico que es. Yo no podría estar cumpliendo mi sueño de escritor y Esteban Andrés no estaría luchando por ser lo que quiere ser. A ella le debemos mucho y no tenemos como pagarle. Ella ha hecho de nuestro hogar un espacio del cual no queremos irnos.